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La noche en que nacieron Frankenstein y Drácula

La noche en que nacieron Frankenstein y Drácula

En 1816 el famosísimo Lord Byron, autor de Don Juan y demás joyas literarias, decidió escapar de la claustrofóbica ciudad junto a su médico personal y amigo John William Polidori.

El escritor Percy Bysshe Shelley, su amante (y futura esposa) Mary Godwin y la hermanastra de esta, Claire Clairmont, también viajaban por los Alpes suizos y se encontraron finalmente junto a Lord Byron en Ginebra.

Claire, examante de Byron, junto al grupo, y con todos los intereses en común y un humor similar, el grupo decidió unirse y pasar una temporada juntos en Francia, donde alquilaron casas contiguas.

El clima de 1816 estuvo extrañamente frío y húmedo durante todas las temporadas, e incluso aunque su visita fue en verano, el grupo paso gran parte de la temporada encerrado en casa por las constantes lluvias y tormentas.

Especialmente durante las noches del 16 al 19 de junio el grupo hubo de quedarse recluido en Villa Diodati, la ostentosa mansión que había alquilado Lord Byron.

Las noches pasaron entre charlas y lecturas (especialmente relatos de terror) y su conversación docta y culta abarco temas bastante existencialistas e ilustrados.

Romanticismo y terror

Lord Byron es uno de los máximos exponentes del romanticismo literario del siglo XIX, y Percy Bysshe Shelley es también ampliamente reconocido entre los escritores románticos naturalistas de Europa, ambos reunidos en una mansión en una noche de terror inspiraron en sus acompañantes dos de las obras que más influyentes de la historia.


El romanticismo gótico y la ficción gótica parecen ser coronados por las obras que nacieron de este afortunado encuentro.

Mary Shelly (quien tomaría el apellido de su esposo) se inspiró en las conversaciones existencialistas y filosóficas de Lord Byron y su entonces amante para formar la idea de Moderno Prometeo, que terminaría conociéndose como Frankenstein.


Por su parte, Polidori, necesitó bastante tiempo para perfeccionar la idea final de su obra “El Vampiro” por lo cual terminó siendo publicada casi 4 años después; pero el germen de su obra inspiraría finalmente el concepto del Drácula de Bram Stocker.

El nacimiento de los monstruos

Todo comenzó con un juego con puesta incluida. Los dos escritores consagrados no lograron terminar las historias. Pero Godwin y Polidori crearon dos de los clásicos de la literatura que más han influido en la creación literaria en el último siglo. Los dos grandes de la literatura gótica nacieron en Villa Diodati el mismo día: el monstruo de Frankenstein y el vampiro.

Frankenstein se publicó por primera vez en 1818 como obra anónima. Durante la vida de Mary Shelly llegaría a publicarse dos veces más, ya en la última publicación la obra incluía su nombre.


El vampiro, por su parte, se publicó en 1819. El protagonista de la novela de Polidori lo han comparado en tantísimas oportunidades con el propio Lord Byron: aristócrata inglés, culto, políglota, un seductor, pero que en cierto punto resulta bastante desagradable e incómodo. Finalmente, se descubre que su objetivo es conquistar jóvenes para beber su sangre.

La primera edición del libro fue atribuida a Lord Byron, quien nunca lo negó. Después de algunos años se reconoció como un error del tipógrafo, se corrigió y la obra fue adjudicada a su verdadero autor.

Legado

La influencia de estos personajes en la literatura y cultura popular es incuantificable. Las versiones e inspiraciones literarias y cinematográficas abundan y las hay para todos los gustos. 

Además, su legado tiene que ver con la construcción filosófica detrás de ambos personajes, que en esencia simbolizan los anhelos y recelos de toda una época.

Frankenstein es la interpretación de la necesidad humana de superioridad y autocomplacencia, la primera muestra de lo que acabaría convirtiéndose en nuestro presente: una sociedad con la idea de la omnipotencia. Y “El vampiro” nos muestra la representación del mal y la tentación en todas sus formas.

El Vampiro de Polidori concentra en su esencia el cortejo perenne de la humanidad con el mal.

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